Vanas esperanzas


Tengo que salir, aunque sé que ellos me esperan afuera, sentados sobre la banqueta, abrigados porque el frío los está matando en cada día. Me da miedo, bastante miedo. Pero tengo que salir, tengo cosas importantes que hacer y sus miradas me lo impiden. Los veo desde adentro, entre las cortinas de encaje que ha colgado la señorita Pivaral, y la ventana. Por eso salgo tan temprano, pero ayer perdí el tiempo. Ya están todos afuera. Mejor abro la puerta y salgo corriendo, sí, eso. Jalo el gancho metálico y el estruendo es enorme, seguro ya dirigen sus miradas hacía acá. Me aventuro de todas formas y corro, atravieso la calle y no me fijo en los carros, es una suerte que no me atropellen. Camino rápido, me queman la espalda y la sombra sus miradas, tropiezo torpe contra el aire. Cruzo la esquina y gracias a Dios una camioneta llega al instante, me trepo y me siento, el chofer hace el alto y desde mi asiento los veo por el rabillo del ojo, ya me les perdí de vista. Casi no lo logro. Mi nombre es Beto, y esta es mi vida, la que quiero contar ahora.

1 Response to Vanas esperanzas

  1. buen texto, idóneo para entrada de cuento o novela, atrapa, seduce...
    saludos