La infinita avenida


Todos los días mi camino
se entrecruza con el hotel.
Lo veo de reojo, a veces,
y con algo de miedo y rabia.
Sus paredes blancas que
guardan secretos desconocidos,
la mentira, el engaño, la traición.
Quiero quedar ciego, sordo, con
tal de no saber de su existencia.
Quiero huir lo más lejos posible
de ese contrapunto de mi vida,
un símbolo de las tinieblas, de
ese lado de mí que no soporto.
Todos los días me lamento
haber pronunciado el nombre
de ese hotel, de esa puerta y de
esa justificación para mis demonios.
Imagino cómo un agujero enorme
se traga la cuadra entera y ese
hotelito de terrazas y pérgolas.
Todos los días deseo tener la
capacidad para demoler esa prisión,
mi Chateau d'If personalísimo.
Sus habitaciones encierran seres
oscuros, sangrantes, hidrópicos.
Quién sabe, quizás algún día me
detenga, rente una pieza y
de un disparo mate mis más
aterradoras sospechas.

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