A María (2)


-It took time and then I found you, Interpol.

Ella está ahí sentada, sin notarlo. Y yo ya lo sé. Todos los días, todo el tiempo. Ella sigue ahí sentada y aún lo recuerdo. Ella, de labios escapistas, de caderas amplias, de busto sereno, de cabellera larga y enredada. Ella de las manos que acarician, que imprecan, que invaden. Ella está ahí sentada, a pocos metros. Yo lo sé. Me levanto y la beso, recuerdo tan fácil todos aquellos días, aquel pasado que volverá, aquella promesa que le hice. Sabe a coco y azúcar de mi tierra, sabe a un pequeño momento de gloria. Ella está ahí, sentada. Yo, lo sé. Nuestras miradas, profundos abismos, juegan, se atrapan. Nos mordemos con fuerza, hasta que bermeja sangre brota y confluyen en ambos todos los paladares combinados, todas nuestras desdichas. Ella, tan linda siempre, tan hermosa, ahí sentada y aún no encuentro cómo decirle que yo ya lo sé. Con qué palabras decirle que yo ya lo sé. Quizá yo pueda susurrarle al oído, todo lo que sé. Quizá ella me escuche, sí lo hará, o no. Ella está acostada, aquí, pegados nuestros cuerpos. La veo por el rabillo del ojo. Su belleza, su feminidad, su fuerza. Suspira. Me ve. Ünas diéresis se me escapan mientras beso sus ojos cerrados. Ella me abraza y yo ya lo sé. La cama se prepara y nuestras vidas, precisas, dobles dodecaedros (infinitos hexagonales: tres, seis, dieciocho) se prolongan en el tiempo, la verdad rompe nuestros espejos. Algo muere, queda, restos desperdigados, cadáveres de infelices que no soportaron ver, un par de líneas, para ellos, por ilusos, como yo. La noche. Su respiración sobre mi pecho. El viento se lleva lo que acontece, poco a poco, se lleva lo que acontece. Interpol se lleva los segundos en el aire.

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