Albahaca


La galera huele a hierbas y Ana aún sigue tendida en la cama.
Le cuesta registrar ese aroma. Cada vez que lo huele debe
detenerse entre cinco y ocho segundos para reconocerlo.
Albahaca... ella recuerda de pronto los amplios dedos de él
entre su pecho, surcando lunares universales, cósmicos.
Los besos más deliciosos y luego el olvido forzado, la misma
negación de Ana para Ana. Juegos de niños... ella lo sabe.

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