Alguna vez


Hoy fui a visitar a mi abuelo. Su lápida sigue inerte y pálida bajo el sol de abril. No recordaba que ya se habían ido tantos años. Me incliné y coloqué esas florecitas moradas de muerto. Encendí un cigarro y lo dejé entre la tierra, sembrado. Di un largo trago al octavo que pasé comprando en la tienda de afuera. El humo subió arrastrándose por mi cuerpo. La sensación de que se había terminado todo me inundó de pronto. Ahora que en verdad no tengo a quién contarle mis… he decidido usar este blog como una especie de eco. Quiero verme ante un espejo y gritarle, esperando que me responda alguien del otro lado. No tiene sentido que nadie lo lea. ¿Cómo escribir para ciegos? Entonces me queda esto. Un componente cataclísmico en mi interior. Nadie sabrá lo que pasó. Los restos se quedaron desperdigados en las caricias que le hice. Ahora tomo una decisión, y aunque eso siempre es difícil, decido que sea absoluta. Cada vez me rindo más rápidamente ante el hecho de que este mundo ha perdido el encanto que le conocí de niño. Seguramente moriremos preguntándonos aún qué fue de nosotros.
Me regresé a la ciudad escuchando a Stravinski, a veces me reconforta pensar que no fui el único pendejo que se quedó mirando cómo el mundo se iba a la mierda, impotente de que no creyeran que el amor alguna vez existió.

0 Response to Alguna vez