El rehilete


La luz pretende colarse entre los hilos de la cortina, y yo aún sigo durmiendo, el día se me hace perfecto, un verdadero día de noviembre, con frío y sol lejano, cielo límpido y vaporoso. Araceli ya no está peleada conmigo, entra al cuarto descalza no queriendo despertarme, pero por el rabillo del ojo la veo ya, sólo me saluda y sale de frente cerrando la puerta. Me estiro y retuerzo para desesperezarme, como nos decía miss Telmita en prepa para quitarnos las caras de sueño, bajo las delgadas colchas. Abro bien los ojos y aún siento su aroma, me incorporo lentamente y la veo ahí tendida, guardándose de las horas de levantarse. El suelo está helado y mis pies reaccionan al contacto, subo a la terraza y zambullo la cabeza en la pila, gotitas bajan por mi espalda y pecho, rozan cicatrices, la luz del día golpea con fuerza florecitas de noviembre y mueve el rehilete. Aún me duele que ayer no me haya reconocido doña Rosita en el mercado, quizá tanto tiempo de no ir a comer el atol de habas y la dosis de chile perfecta. Luego de media hora reconoce al patojo loco aquel que venía con don Haroldo. Él ha muerto, le suelto de ramplón y ella engulle un poco, me mira y me dice que lo siente, que lo quería mucho, igual digo yo. Hoy me cuesta tanto aceptar que noviembre ya se acaba y que la gente de antes ya no me reconoce, y el rehilete gira detrás de mí.


2 Response to El rehilete

  1. Anónimo says:

    Qué bien se siente despertar y abrazar esos breves minutos. Sentir lo cálido de la almohada, un beso en la frente y un viento frío que entra por la ventana junto a ese sol de noviembre.
    Sweet november no more.

  2. Es "esquilazo" la verdad. Noviembre, noviembre, ya pesa tanto noviembre sobre mí, pero aún quedan unos cuantos días, será de ver cuánto le puedo exprimir al mes. Tengo ganas de cambiar esa canción, siento que queda mejor "Waking up in Las Vegas".