A María


- Amícule, delícíae, num ís sum quí mentíar tíbí?



De todas las cosas que te susurré, de todos los secretos que te revelé, de todas las vidas que me ha tocado vivir y que te compartí, has sido la más grandiosa de todas, y sus momentos los más distendidos de mi terrible soledad, un deseo inexplicable en el campo que no debimos haber tocado, que aún no está listo, que nos espera a la mitad de la vida. Este tan sólo ha sido un granito de arena de las playas que nos esperan, una brizna de los huracanes que avecinan y una cálida ternura del fuego eterno que quema y entrelaza nuestras vidas. El tiempo nos dará justicia con la mano de Dios. Déjame esta noche quererte como nunca, permite que este amor me consuma y borre todas mis desdichas y errores, que limpie toda mi alma, y que me permita seguirte viendo con estos ojos que te buscan, y que estos labios conserven la huella de los tuyos, y estas manos las curvas de tu inmensa patria, y que el cuerpo recuerde nuestras feroces batallas, para algún día resucitarlas en el seno de nuestro amor, aquí, ayer, ahora, mañana, siempre para nosotros, sólo de nosotros, ajeno al Universo. Hoy te amo y me tomo la botella de tu sangre para dormir y mañana esperar que la vida me dé fuerzas para tenerte aquí junto a mí, en la soledad de este mundo que se ha olvidado de amar.


P.D.: Gracias por tus caricias, por tu vida, por tu sinceridad y por tu ayuda.

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